Si por algo se puede caracterizar la economía del país en el 2015, es por el alto déficit fiscal, el bajo crecimiento real y la persistencia del desempleo, que empañaron la estabilidad. Reducir los dos primeros y contener la tercera son, sin ninguna duda, los principales retos del próximo año. Pero habrá también otras variables a las que, próximamente, hará falta poner mucha atención. El panorama no está tan claro.
k PIB. La salida de Intel, el bajo crecimiento mundial y los efectos del fenómeno de El Niño marcaron los resultados de las exportaciones y la producción interna bruta (PIB). La tasa de crecimiento real probablemente se ubicará en alrededor del 2,8%, insuficiente para reducir la tasa de desempleo abierto, que ronda el 9,2% de la fuerza laboral según la encuesta continua de empleo y el 8,5% según la encuesta anual, ambas del INEC.
Por su parte, la economía mundial ralentizó una vez más su crecimiento real, advirtieron instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Según la primera, los países desarrollados –nuestros principales socios comerciales– solo crecerán un 2,2% y Latinoamérica, influida por la fuerte baja del petróleo y materias primas, experimentará una caída del -0,3%. Las exportaciones costarricenses cayeron alrededor de un 13%, una de las contracciones más fuertes de los últimos años.
Varios sectores productivos fueron castigados en el 2015. El agropecuario se ubica entre los más perjudicados, con un decrecimiento cercano al 3% por los factores climáticos, y la industria manufactura también cayó, pero menos pronunciadamente (-1%). Entre los sectores ganadores están las aseguradoras y los bancos, cuyas altas tasas reales de interés dispararon sus utilidades, a pesar de la menor tasa de crecimiento de las colocaciones experimentada en la primera parte del año.
Otros factores también influyeron en el bajo crecimiento del PIB. La caída en la tasa de crecimiento de la inversión pública por las deficientes prioridades presupuestarias es uno de ellos; otro, la comprometida confianza –o, más bien, desconfianza– del sector privado en las políticas para disminuir el gasto público, incluidos el empleo y los pluses de los funcionarios, así como el proteccionismo laboral y agrícola, la posposición de la adhesión a la Alianza del Pacífico y, en general, la insuficiente claridad en cuanto al rumbo del país.
Afortunadamente, el índice mensual de actividad económica (IMAE), que refleja la evolución mensual de las principales variables productivas, ha venido creciendo consistentemente en los últimos meses, alcanzando una tasa interanual del 2,5%. La tendencia ciclo revela un crecimiento medio del 2,5% y la tasa interanual un 3,2%. Pero si se excluyen las zonas francas, el crecimiento sube al 3,4%. El reto para el 2016 es mantener la expansión para lograr un mejor crecimiento real y abatir en algo el desempleo.
k Política fiscal. El presupuesto del Gobierno Central aprobado para el 2015 mediante una estratagema de dudosa legalidad del presidente legislativo de ese momento, Henry Mora, incluía uno de los crecimientos más elevados de las últimas décadas. Tal como dijimos en un editorial en octubre del 2014, el presupuesto original era por ¢7,9 billones, con un crecimiento del 19% en relación con el 2014 y era el resultado, entre otras cosas, de la política salarial expansiva para los funcionarios del sector público y el alza desproporcionada del financiamiento a las universidades estatales. El presupuesto arrojaba un déficit financiero equivalente al 6,7% del producto interno bruto (PIB) y se financiaba con recursos sanos en apenas un 54% del total. Ese presupuesto contribuyó poco al crecimiento del PIB por su baja asignación a la inversión, pero sí a la expansión de la deuda pública. También generó desconfianza en el sector privado.
k Inflación. Esperábamos que la política fiscal expansiva presionara un poco más los precios internos (exceso de demanda agregada), pero otros factores contribuyeron a contrarrestarla. Medida por la variación en los precios al consumidor (IPC), la inflación probablemente cierre con una cifra negativa en el 2015 (alrededor del -1%). Varios factores ayudaron a lograr este resultado: caída de más de un 50% en el precio internacional del petróleo que se tradujo en una caída menor, pero importante, en el precio de los combustibles en Costa Rica. La caída en los precios de otras materias, estabilidad cambiaria, altas tasas reales de interés y mesura en la expansión crediticia, así como la baja demanda total y alto desempleo también contribuyeron a la baja inflación, una de las más reducidas en los últimos 50 años.
El índice subyacente de inflación (ISI) que calcula con algún rezago el Banco Central excluye, entre otros, el precio de los combustibles y señala un crecimiento ligeramente mayor de la inflación, quizás alrededor de un 2% anualizado. Es probable que el año entrante, si se estabilizan los precios de los combustibles, el IPC se asemeje más al ISI de este año.
k Tasas de interés. En esta época, se ha dado una clara tendencia a la baja en las tasas de interés motivada, en parte, por la disminución de la inflación. Mientras que en el 2000 la tasa básica pasiva era de un 15%, al finalizar el 2015 fue del 5,95%. El margen de intermediación financiera también ha disminuido, al igual que las tasas activas, aunque aún se mantienen elevadas. Este año, la tasa básica pasiva pasó de un 7,25% a un 5,95% (al 22 de diciembre), a pesar de que la inflación cayó mucho más abruptamente (de 4,20% al -1%).
La tendencia monopolística e ineficiencia en el sistema bancario, así como la reticencia de ciertas instituciones financieras a reducir sus utilidades, mayores expectativas de inflación y presión en el mercado financiero por la inhabilidad de Hacienda para reducir el gasto, impidieron una reducción menor. El año entrante, dos fuerzas antagónicas se medirán las caras: el ajuste en las tasas nominales para acomodar tasas reales al tenor de la baja inflación, y el estrujamiento fiscal si no se reduce el déficit o fallan fuertes alternativas de financiamiento.
Tipo de cambio. Es la variable que menos sorpresas dio en el 2015 por su estabilidad. Aunque dio mucho que hablar por su apreciación real y disconformidad entre exportadores y banqueros. Probablemente se comportará de manera similar en el 2016 por ubicarse, según el BCCR, en una zona de equilibrio. A pesar de una eventual volatilidad en respuesta al ajuste en las tasas de interés de la Fed en Estados Unidos, el BCCR maneja un buen nivel de reservas y parece estar dispuesto a defender su política cambiaria para no comprometer sus metas de inflación.
Retos. En resumen, los principales retos para el 2016 serán mejorar el crecimiento real para contribuir a reducir el desempleo, aliviar la pobreza, mantener los logros en la estabilidad, incluido consolidar la baja inflación para evitar la apreciación cambiaria y mejorar la productividad mediante mayor inversión pública. Veremos cómo definen, o redefinen, las autoridades sus políticas económicas el año entrante.
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