Los datos de la Encuesta Continua de Empleo no dejan lugar a dudas, a pesar de que las mujeres, en promedio, tienen un nivel educativo más alto, perciben un menor salario, se les dificulta más encontrar empleo y trabajan en mayor medida en la informalidad y en condiciones de subempleo.
La encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos para el segundo trimestre de 2016 indica que de las 378.176 personas ocupadas con título universitario, el 53 % son mujeres y el resto hombres. Según nivel de educación, el de mayor peso relativo para las mujeres que trabajan es el universitario con título, seguida por la secundaria incompleta. A diferencia de los hombres, para los que los rubros de mayor importancia son primaria completa, y secundaria incompleta.
A pesar de lo anterior, las mujeres padecen con mayor intensidad del desempleo y el subempleo. La tasa de desempleo abierto es del 11,2 % entre las mujeres y 8,3 % entre los hombres, mientras que la tasa de subempleo (porcentaje de personas ocupadas que trabajan menos de 40 horas por semana, y que desean trabajar más horas pero no encuentran más trabajo), es más alta entre ellas (10,3 %) que entre ellos (7,2 %). Esto a pesar de que, en promedio, las mujeres desempleadas también tienen un mayor nivel de educación, 17 % cuenta con algún título universitario, más del doble que los hombres (8 %).
Asimismo, las condiciones de empleo son peores para las mujeres; a pesar de que la informalidad ha caído en los últimos trimestres y que la brecha de género se ha venido cerrando, esta afecta más a las mujeres (43,3 %) que a los hombres (41 %). De igual manera, el 73 % de las féminas asalariadas cuentan con seguro por trabajo, mientras que entre los hombres dicho porcentaje llega al 82 %. En términos de estabilidad laboral, la balanza también es negativa para las mujeres.
Estas son algunas de las causas por las que los hombres participan más en el mercado laboral, y trabajan más horas. Las mujeres han venido reduciendo su oferta de trabajo (se salen del mercado laboral), situación que se ha extendido a las jóvenes, pues en promedio seis de cada diez personas entre 15 y 24 años, que no trabajan ni estudian, son mujeres.
La situación descrita tiene implicaciones importantes en varias dimensiones de la vida de las mujeres, de forma directa en su ingreso, pues en promedio, el de los hombres es 6 % más alto, para el segundo trimestre de 2016. El promedio de ingreso mensual nacional en el empleo principal fue de 467 mil colones para los hombres, y 440 mil colones para las féminas.
Adicionalmente, si bien la pobreza alcanza a poco más del 20 % de los hogares, cuando la mujer es jefa de hogar, este dato más que se duplica. Asimismo, la violencia está afectando más a las mujeres, pues la tasa de robos y hurtos con y sin violencia y los delitos sexuales las afectan en mayor medida.
Resulta claro entonces que, no obstante los esfuerzos de varios gobiernos por atender las necesidades laborales de las mujeres, y a pesar de los avances de los últimos años, las políticas de equidad de género en el mercado laboral aún no han logrado solucionar el problema.
* Greivin Hernández González, Observatorio de la Coyuntura Económica y Social, Escuela de Economía UNA.
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