El gran tema económico de Costa Rica, el de esta generación, no es el tipo de cambio, ni el déficit fiscal ni la inflación; es el empleo o, más precisamente, la falta de él. Tenemos un problema marca diablo ahí.
Primera dificultad: la mayoría de la gente que ingresa por primera vez al mercado de trabajo tiene un perfil no calificado (no son ni siquiera bachilleres de secundaria) mientras que el país requiere una mayoría altamente calificada con el fin de atraer inversión de alta calidad. La capacitación de nuestra fuerza laboral no es la que necesitamos para mejorar la productividad de nuestra economía.
Segunda dificultad: el empleo se moverá más lentamente que la producción bajo cualquier escenario previsible, pues los sectores económicos que más generan trabajo no son aquellos con más capacidad para multiplicar puestos de trabajo en otros sectores mediante compras y ventas. A menos que surjan nuevos motores, nuestra estructura productiva crea (y creará) poco empleo.
Tercera dificultad: aun si lográsemos crecer rápidamente por varios años y se crearan muchos puestos de trabajo, carecemos de los contingentes de población necesarios para cubrir la demanda. Desde hace varios años, la fuerza de trabajo aumenta lentamente debido al bajo crecimiento poblacional. Necesitaríamos incrementar fuertemente la participación laboral de las mujeres (una de las más bajas de América Latina), pero ahí estamos varados desde hace años. Por razones ligadas al cuidado y la cultura, la mayoría de las mujeres no están ligadas al mundo del trabajo y muchos empleos para ellas son de tiempo parcial e informal.
Si usted es un hombre joven no calificado, sus perspectivas laborales son malísimas (lo mismo que para las mujeres en esa situación). Si habla un segundo idioma o posee buena educación, usted se pegó el mayor, pero pocos cumplen estos requisitos. ¿Resultado? Un mercado laboral que genera cada vez más desigualdad social. Y agrego: es una mala idea tener a un montón de jóvenes mal empleados, ahora que enfrentamos embates del crimen organizado.
Los asuntos monetarios y fiscales son importantes, sin duda. No hacer nada en el frente fiscal, por ejemplo, es un tortón que puede desatar una crisis, alentar la inflación y dañar nuestro buen nombre internacional. Sin embargo, un país sin empleo es una sociedad sin futuro, sin paz y sin esperanza. Curiosamente, poco hablamos de esto: criticamos la educación, la salud, las carreteras, pero no le hemos dado al empleo la importancia y la urgencia que tiene. Es el nombre del juego.
Jorge Vargas Cullell es gestor de investigación y colabora como investigador en las áreas de democracia y sistemas políticos. Es Ph.D. en Ciencias Políticas y máster en Resolución alternativa de conflictos por la Universidad de Notre Dame (EE. UU.) y licenciado en Sociología por la Universidad de Costa Rica.
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